sábado

El captor



Giré el picaporte con suavidad para medir la solidez, con sorpresa comprobé que estaba sin llave. Saqué el arma y entré. No había nadie. La cama estaba desordenada; sobre las sábanas había una valija con ropa arrugada. Dos estrellas de sangre manchaban la alfombra. La puerta del baño estaba entornada. Al abrirla lo vi en la bañera, sentado, la cabeza gacha. Supe que algo andaba mal: Benítez no podía estar tan desprevenido. Al acercarme vi que estaba muerto. De un puntazo en el pecho salía un hilo de sangre. Lo tomé por los pelos de la nuca y le tiré la cabeza hacia atrás. La cara estaba hinchada pero era la de Benítez.”

Fragmento de El captor.
Incluido en Breviario de furias, Santiago Arcos editor, 2011.




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